viernes, 6 de julio de 2012

Día 15. La mina es vida...y muerte

La marcha negra se anota medio mes en la carretera. Son ya quince etapas recorridas y aún resta algo menos de un centenar de kilómetros para llegar al destino final: Madrid.

Como de costumbre, a las cinco y media de la mañana, la ciudad andante de los mineros despierta. A estas alturas, uno ya empieza a sufrir una especie de "síndrome de la estrella del rock". Cada día se parece demasiado al anterior, basados en la rutina "carretera-pabellón", "carretera-pabellón" y así hasta casi el infinito. Los hemos visto de todo tipo y condición, de todos los colores, de todos los tamaños, de todas las antigüedades posibles... Y, sin embargo, el de ayer parece el mismo de hoy. Y también -seguro- al que vendrá después.

Es una vida nómada, en todo caso, cargada de vivencias y detalles de una riqueza extraordinaria desde el punto de vista humano.


Poniendo a punto las rodillas antes de partir


Comentando antes de salir el accidente de un compañero leonés en Asturias y los enfrentamientos de madrugada en Pola de Lena

En torno a las 7:30 horas, la columna minera se despide de Sanchidrián (Ávila) y da sus primeros pasos del día. La rotación hace que hoy sea el grupo del Bierzo el encargado de abrir la marcha y de marcar el paso a sus compañeros. Por delante hay 21 kilómetros hasta Villacastín, ya en la provincia de Segovia.


Los del Bierzo imponen su ritmo


Arriba, a la derecha, la luna, que no quería marcharse


De fondo, un campo de golf. Los mineros no están para juegos

Cuando no llevamos ni una hora de camino, superamos el cartel que anuncia que ya sólo quedan cien hasta Madrid. Se trata de otra frontera psicológica superada.


Ya sólo quedan cien kilómetros


Por fin, le quitamos un dígito a la distancia hasta Madrid


Cambiamos de provincia. Entramos en Segovia

El descanso de rigor, a medio camino, llega en un área de servicio de la población segoviana de Labajos.
Las piernas se refrescan, el cuerpo se rehidrata y, como es habitual, el único y modesto baño del complejo sufre un verdadero colapso, fruto del amontonamiento de mineros deseosos de un momento de alivio.


La Guardia Civil también trabaja duro, aunque sus piernas no se castigan


En Labajos se dejó ver una bandera de Andalucía. Rafa, el cordobés de la Vasco se apresuró a saludar a su paisano, un sevillano


Santi nunca falla


Advertencia en carretera: marcha minera

La segunda mitad de la etapa se cubre con cierta soltura y hacia las 11:30 horas, tras cuatro horas de caminata, la marcha negra toma Villacastín.


Marcha minera, León, España y olé. La marcha negra se abre paso como un Miura

Al parecer, esta localidad carece de la infraestructura necesaria para cobijar a los casi doscientos caminantes y su papel termina limitándose a ser destino de etapa y a ofrecer unas botellas de agua en un lúgubre almacén-edificio de usos múltiples en pleno proceso de reforma.

El alcalde se acercó a saludar a los visitantes, algunos de los cuales se quedaron un tanto fuera de juego al escuchar la opinión que el regidor tiene sobre su acción reivindicativa.

Preguntado por los periodistas sobre si apoyaba estas movilizaciones, se limitó a responder que respeta a todo el mundo, incluidos los mineros. Fue una contestación que, desde luego, dejó más que insatisfechos a muchos de los componentes de la marcha negra que tenían puesta una oreja en sus palabras.


Ellos también quisieron ovacionar (a base de ladridos) a los caminantes


Llegada al "edificio para todo" de Villacastín


Al parecer, también vale para celebrar las verbenas en el pueblo


Los estiramientos al terminar la etapa son una sana costumbre

Sea como que fuere, lo cierto es que unos minutos después los mineros subieron a bordo de varios autobuses para dirigirse a San Rafael, donde se duerme tanto este viernes como mañana, sábado.
Acostumbrados a no emplear otro medio de locomoción que no sean sus dos piernas, el corto viaje se hizo grato, pero, al mismo tiempo, permitió conocer y anticipar la dureza de la etapa de mañana: en torno a 25 kilómetros entre Villacastín y San Rafael repletos de repechos, subidas y bajadas.

Los mineros son conscientes de que mañana se sufrirá sobre el asfalto.


La marcha negra ya había olvidado como es viajar a motor

El pabellón de San Rafael cobija ya a los mineros, resignados ante la escasez de agua en las instalaciones por falta de presión en el sistema de suministro. Hoy y mañana, más que ducha, toca "lavado de gato" con las cuatro gotas que, a duras penas, salen de los grifos.

Desde luego, la convivencia diaria, durante 24 horas, da una perspectiva radicalmente diferente del pensamiento y las motivaciones de los mineros. Es curioso vivir desde dentro cómo los principales medios de comunicación nacionales se han centrado en los últimos días en la polémica sobre si los políticos madrileños proporcionarán o no a la marcha negra un lugar para pernoctar.


Esperando la comida


Que, al final, llegó: de primero, carne con patatas


Y de segundo, caldereta de cordero. Todo preparado por la plataforma de mujeres mineras de Bembibre

Para los mineros, no es más que la anécdota, la superficie, la cáscara. Incluso la "carnaza" con la que los grandes medios buscar alimentar la lucha del partidismo político. La frialdad de la clase conservadora madrileña no es grata, pero se esperaba y, en todo caso, es secundario. Saben que eso no será un problema y, cuando les preguntas, te dicen que, si es necesario, se dormirá bajo cualquier soportal.

La marcha negra lamenta que no se dediquen esos minutos a hablar de sus verdaderas motivaciones, de sus familias, de su versión sobre sus jubilaciones y retribuciones reales y acerca de lo duro que es estar durante décadas de trabajo sobre el alambre, pensando cada día que uno entra a la mina sin saber si saldrá con vida cuando termine su jornada laboral.

La mina es, a un mismo tiempo, vida y muerte. Es vida para las cuencas, unos territorios que, sin el carbón fluyendo por sus venas, no pasarían de ser, hoy por hoy, un enfermo terminal sin cura, condenado a morir como consecuencia de la despoblación de la que tanto saben asturianos y, sobre todo, leoneses (también los aragoneses).

Donde hay trabajo, hay vida. Donde no lo hay, no es posible subsistir y el instinto de supervivencia dice que, irremediablemente, hay que marchar donde uno puede ganarse el pan para comer.


Entregado al sueño

Pero la mina también es muerte. O peligro mortal. Bien lo sabe la marcha negra, pendiente en las últimas horas como nunca del estado de su compañero Orlando, un leonés oriundo de Cuevas del Sil que sufrió ayer un gravísimo accidente laboral en un próximo pozo de Cerredo (Asturias) que lo tiene en estado crítico en el Hospital de Oviedo.

Estaba realizando servicios mínimos de mantenimiento, pues, como es sabido, en las minas no se extrae carbón desde hace semanas como consecuencia de la huelga que vive el sector.

Sus compañeros han seguido con nerviosismo y ansiedad las noticias sobre su evolución. Por momentos, la angustia ha llegado a tal extremo que hubo quien, en el grupo, llegó a anunciar su muerte. Un grupo de los caminantes guardó incluso un minuto de silencio poco antes de que, nuevas informaciones, confirmaran que la noticia no era más que un falso rumor y que Orlando sigue vivo, muy grave, aunque estable.

Con algún momento de tensión incluido, se ha exigido al grueso del grupo que no pierda la compostura y no se deje llevar por informaciones no oficiales y no contrastadas. De cualquier modo, por supuesto, saber que el pulso de Orlando aún late ha sido un tremendo alivio.


Con ciertas apreturas en el pabellón. Hoy la marcha negra apuró al máximo la siesta


Aquí se apura hasta el último milímetro. Y cualquier sitio es bueno para secar la ropa

Mañana aguarda una nueva etapa. Tras despertarse, la marcha negra subirá de nuevo al autobús para volver al final de etapa de hoy, Villacastín. Volverán más tarde a San Rafael, pero, ya no sobre ruedas, sino sobre sus propios pies.

Será sábado, fin de semana, pero sigue sin haber descanso para los caminantes del carbón.

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